Las fajas son realmente antiguas. Su predecesor, el corsé, data de 1700 antes de Cristo, cuando las mujeres griegas utilizaban lana endurecida y cuero para ceñir la cintura y así levantar el busto.

Los corsé fueron popularizándose y sofisticándose en Europa, destacándose su uso, por ejemplo, en la Italia del siglo XVI. Se trataba de verdaderos aparatos gigantes, con amarres y complejos mecanismos y varillas que estrechaban la cintura y daban además un efecto de grandiosidad a las grandes faldas de los vestidos. Luego, con la llegada de la revolución industrial, la tela y materiales elásticos fueron trayendo fajas más fáciles de usar.

En el siglo XX, la “cintura de avispa” se manejó con fajas y corsés desde el diseño mismo de los vestidos, hasta la década de 1960. Luego llegó una época de pensamiento liberal en la que la comodidad fue la reina.

Sin embargo, las fajas siguen siendo utilizadas hoy y no solamente para estilizar la figura, sino también para corregir la postura y cuidar la salud.

En cuanto a las fajas colombianas, su uso por parte de famosos en Estados Unidos las ha popularizado, y materiales flexibles y cómodos como el látex, los textiles de última generación y las varillas de “hueso de ballena” (claro, no son reamente de hueso) las hacen livianas y confortables.

Hoy se exportan no solamente a Estados Unidos, sino a Europa y Asia, con gran aceptación y crecimiento en el mercado.

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